domingo, 21 de junio de 2009
¿El futuro, o pasado y presente del crimen organizado en Colombia?
lunes, 8 de junio de 2009
La magia del pleno empleo
Hace unos cuatro meses el tema de la recesión en Estados Unidos estaba al rojo vivo, y el columnista norteamericano Ted Landphair escribió algo que me pareció revelador. En sus palabras afirmaba que unos pocos años atrás en E.U., un profesional capacitado tenía prácticamente asegurado su futuro, al igual que un trabajador con experiencia. Podían darse el lujo de descartar malas ofertas de trabajo, y enviar hojas de vida en el caso más extremo, sin preocuparse mucho por recibir respuesta.
Adicionalmente, en un ambiente de demanda de empleo, las empresas motivarían a su personal buscando el mejor clima organizacional, competitivos salarios, y un sentimiento de lealtad y familia. Los viejos competirían con los jóvenes, y todo el que pudiera hacer el trabajo requerido sería bienvenido, sin distingos de raza, género, edad o religión. Como lo muestro en la gráfica, el hecho de que en 1948 casi la mitad de la población trabajadora en E.U. fuera mayor de 65 años, y aun ahora esté cercana al 20%, es un escenario completamente sorprendente. Nada que ver con nuestra realidad colombiana, en la que muchos trabajadores sin importar su experiencia, son considerados viejos y obsoletos si sus edades superan los 35 años.
Landphair puntualiza que con el clima recesivo de E.U., ahora las cosas estarían en manos de las empresas, las cuales aprovechan la coyuntura empleando exclusivamente los más jóvenes y capacitados por muy bajos salarios, en ambientes laborales hostiles. En otras palabras, tal situación es una de los efectos indeseados de la recesión, del cual la opinión pública y la presión electoral desean salir rápidamente.
Yo inferí, que si fuera sólo por este hecho, prácticamente yo he vivido toda mi vida en un país en recesión, o al menos en una situación donde las empresas siempre han tenido el sartén por el mango, y no siempre obrando de buena fe. Las pocas y buenas ofertas son escasas, y por lo mismo sujetas a ser cooptadas por el tráfico de influencias, el uso de la información privilegiada y el pago de favores. Paradójicamente, este tipo de competencia no conduce a que lleguen los más capacitados, sino los más bien conectados. El sistema se alimenta a sí mismo, pues de malos empleados no pueden surgir empresas innovadoras, exitosas y empleadoras. Mucho menos, una economía boyante.
El pleno empleo se presenta cuando la tasa de desempleo está entre el 4 y el 6.4%. Lo más cerca que estuvimos en Colombia fue durante 1994-1995, con un valor cercano al 7%. En el 2000 llegamos al 22%, y ahora rozamos el 12%, con una tendencia que parece creciente. El tema del empleo no ha tenido la popularidad que ha tenido el de la seguridad, y sin embargo, diría yo que le sigue en importancia. Confieso que no había pensado mucho en el tema hasta leer a Landphair, y ver el equivalente a personas como mi mamá y mi tía (que bordean los 60), manejando buses y siendo azafatas en los E.U. Algo que en principio me costó creer. En otras palabras, siendo útiles, sirviendo a otros y con una mejor expectativa de vida. Bastante lejos del fin del coronel, que se murió esperando una pensión que nunca llegó.